M. Sc. Vilmarilin Torrealba Quintero.- En esta oportunidad, luego de limpiar, recoger, sacar, botar, regalar cosas quisiera comentar mi encuentro conmigo. Fue una cita causal, no planificada, en el ensordecedor ruido del silencio de mi corazón. Han sido varios encuentros, cada uno más especial que el anterior, ya no hay ruido, pero si silencio. Un silencio maravilloso el cual me permite compartir de una manera maravillosa con mi acompañante «mi misma».
Y así, conversando con » mi misma» analizo lo ocurrido y me sorprende, luego de salir más que un espanto, salgo si acaso una vez a la semana hacer compras; no trabajar, es decir, no he hecho ninguna actividad que genere ingresos, pero si mil y un que me enriquecen, mi vida, mi hogar, y hasta mi familia agradecen, he limpiado, lavado, cocinado(el que cocina ama, pero también domina), visto tv, leído, y conversado con la misia («mi misma”) a cualquier hora en el lugar más inverosímil, cuando hay electricidad y cuando no también.
Gracias a Dios no somos de pilas eléctricas… Somos de baterías de amor, fe, esperanza…. Bueno, la sorpresa radica que no somos tan fuertes como pensábamos, pero tan poco tan blandas para derretir como azúcar en agua. La «mi misma” y yo nos sabemos amadas por nosotras, deseadas, respetas, valoradas. Y eso nos permite amar, desear y valorar a los demás. Pues definitivamente, Dios no se equivoca. “amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo», es decir luego del amor de Dios está el de nosotros mismos, si no nos amamos, adiós luz que te apagaste para amar a los demás…
En mi encuentro con la misia descubrí que soy tolerante y a su vez intolerante; puedo disfrutar estar sola, perdón no sola, con «mi misma» o rodeada de los demás. Pues la paz, la fe y la felicidad surgen como fuente inagotable es de nuestro ser, no de otro. ¡Ay ese encuentro delicioso!, sabe a café, a buen vino y a pasión porque sin duda no se puede hacer nada sin la pasión, es como vivir sin fe, sin paz, sin amor o peor aún sin Dios en tu corazón…
Asimismo, comprobé que mi sonrisa y la fe pueden iluminar un día oscuro y una palabra marcar la diferencia… Que existe una gran diferencia entre ser humilde y humillarse, sin dudas es mejor ser humilde. Uno merece respeto y debe dar respeto, que mi tiempo y amor vale como el de los demás. Estoy completa, no me hace falta nada para ser feliz.
Sin embargo, es bonito compartir la felicidad con los afectos y quienes te rodean. Definitivamente en ese encuentro con mi misma ratifique: Dios es el amparo y refugio; podemos caer, pero es imprescindible volver a levantarse; ante la duda y el temor, una oración nos da la calma. Y si quieres algo más efusivo, el abrazo de un buen Ángel de Dios, es decir, de un buen amigo y si aún dudas, asómate a la ventana y mira el cielo….
Y tú, ¿ya tuviste tu encuentro cercano del tercer tipo con tu “mi misma (o)?”
Excelente reflexion, nos invita a revisarnos ahora que hay suficiente tiempo es un buen momento. En tiempos de navidad es bueno vaciar las gavetas para que entre lo nuevo, asi es nuestra alma cuerpo y corazon hay que desechar lo que no hace bien, trasmutar y renovar. Redescubrir muestro potencial. Con la certeza de que no estamos solos. Dios nos Ama, nuestro angel nos cuida y nosotros debemos valorarnos. Felicitaciones a la escritora!!